En la última década, el litio ha empezado a considerarse como el nuevo oro blanco, o incluso el nuevo petróleo. Este mineral no ha dejado de generar un interés creciente en el debate internacional durante los últimos diez años. Lo que estamos presenciando ahora es, en realidad, un nuevo impulso en su demanda propiciada por diversos factores, como los cambios tecnológicos que se dieron desde inicios del nuevo milenio con el almacenamiento de energía eléctrica y, evidentemente, la electromovilidad, sin dejar de mencionar la carrera sostenible iniciada por centros de fabricación especializada en el mundo.
Consecuentemente, y con este relevante cambio de mirada, el litio ha pasado a constituir para Chile un mineral de alto valor estratégico que, si bien era explotado desde hace algunas décadas sin la visión actual, ahora representa una oportunidad relevante que exige definiciones urgentes en diversos ámbitos, buscando una gobernanza efectiva de estos recursos mineros.
En efecto, el litio deriva del lat. cient. lithium, y este del gr. λίθειον lítheion ‘pétreo’, por ser de origen mineral. Tradicionalmente ha sido usado en distintas aplicaciones que van desde productos farmacéuticos hasta la fabricación de sistemas de tratamiento de aire. En los últimos años, sin embargo, ha tenido un uso creciente a partir del auge comercial de las baterías recargables de ion litio, las cuales se emplean ampliamente en computadores, teléfonos, sistemas de almacenamiento energético y vehículos eléctricos. Es precisamente en esta última categoría donde subyace el motor de la demanda.
Así, dada su importancia para la seguridad y el desarrollo económico sostenible junto a la percepción de escasez en su oferta, varias jurisdicciones como a EE. UU., la Unión Europea, Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia, Reino Unido y Sudáfrica actualmente lo incluyen en sus listados de minerales críticos y estratégicos.
De este modo, Chile, en su condición de país líder en reservas de litio, ha recibido el interés de gobiernos y empresas por la producción esperada, así como por las políticas regulatorias vigentes en el sector.
Dicho lo anterior, no podemos dejar de mencionar la Estrategia Nacional del Litio que ha sido seguida con detenimiento por todos desde que fue presentada por el presidente Boric en Abril del año 2023,cuyas principales acciones (alineadas a las definiciones estratégicas y objetivos) y son ocho: 1) Crear Comité Estratégico de Litio y Salares, 2) Crear la Empresa Nacional del Litio, 3) Crear una Red de Salares Protegidos y en aquellos salares en régimen de explotación, 4) Asegurar el uso de tecnologías de bajo impacto ambiental, 5) Modernizar el marco institucional, 6) Crear un Instituto Tecnológico y de Investigación Público de Litio y Salares, 7) Incorporar al Estado en la actividad productiva del Salar de Atacama, 8) Prospección de otros salares. Todos, grandes desafíos, como es evidente.
En este contexto, escuchamos diariamente noticias sobre este tema, y no me refiero sólo a la Estrategia Nacional del Litio, hito importantísimo como es evidente, sino también a varios acontecimientos posteriores. como, por ejemplo: el acuerdo entre la Corporación Nacional del Cobre de Chile (Codelco) y la compañía SQM, quienes desarrollarán actividades productivas y comerciales con la extracción del litio en el Salar de Atacama, (asociación público-privada que hará posible el desarrollo del litio en el salar de Atacama con una participación mayoritaria del Estado).
En efecto, tal como ha sucedido con la minería cuprífera nacional, estamos frente a una oportunidad clave respecto de esta evolución del mercado del litio y obviamente sobre las acciones descritas en la estrategia nacional, pero especialmente aquellas que refieren a tecnologías de bajo impacto ambiental, modernizar el marco institucional y, por supuesto, la creación del Instituto Tecnológico y de Investigación Público de Litio y Salares.
La experticia de muchos de lo que desarrollan sus actividades en nuestro ecosistema I+D serán aportes insustituibles para avanzar en este gran camino. En efecto, vigilancia e inteligencia tecnológica, secreto empresarial, estrategias de protección de los activos que se generen, su valoración, transferencia, acuerdos de colaboración, creaciones intelectuales, entre muchísimos otros temas, son claves, pero para ello debemos hacer un esfuerzo conjunto, de modo de aportar – cada uno en su ámbito- en la implementación de la estrategia mencionada, cuyo calendario (con designación de responsables y entidades involucradas) está debidamente detallada en el documento que contiene la Estrategia Nacional del Litio, siendo el año 2024, clave para varias de estas actividades.
Un gran anhelo es lograr una activa participación este fascinante proceso, lo que parece complicado, especialmente por no contar con información detallada del avance de las acciones descritas, sumado a la complejidad de las comunicaciones en este estratégico tema, sin embargo, es una gran oportunidad. Así lo han reconocido actores relevantes de nuestro ecosistema, como Corfo, con su convocatoria a productores especializados del litio (elaboración de productos de valor agregado de litio en Chile) proceso de selección que finaliza el 31 de diciembre de 2024, o la academia que ya está ofreciendo para este año un Diplomado en Química del litio en nuestro país, sin dejar de mencionar las interesantes publicaciones chilenas que abordan este tema.
La colaboración público-privada es la forma de aprovechar esta oportunidad histórica, como lo señala la misma estrategia, de este modo, estamos invitados a aportar nuestro conocimiento y experiencia en temas de innovación tecnológica, protección de las innovaciones y redes en el mercado, entre muchos otros aportes. No la dejemos pasar y busquemos la forma de generar valor y conocimiento a través de la innovación en esta área de creciente interés técnico y con evidente potencial productivo.